23 ene 2017

¿Donald Trump es racista?

¿Donald Trump es racista?
Por NICHOLAS KRISTOF 
New York Times, 1 de agosto de 2016
Donald Trump y su padre, Fred, en 1973 en la Villa Trump en la ciudad de Nueva YorkCredit
Barton Silverman/The New York Times
¿ACASO el partido de Abraham Lincoln decidió apoyar la candidatura presidencial de un racista? Estas acusaciones no se deben lanzar tan a la ligera, así que me puse a revisar más de 40 años de la vida profesional de Donald Trump para ver qué dicen los registros.
La primera alarma se encendió en 1973, cuando el Departamento de Justicia del presidente Richard Nixon (no precisamente de los más radicales en esos tiempos), demandó a Trump y a su padre, Fred Trump, por discriminar sistemáticamente a las personas negras que querían rentar viviendas.

Navegué por 1021 páginas de documentos de aquella lucha legal y los resultados me impresionaron. En ese entonces, Donald Trump era el presidente de la empresa familiar de bienes raíces, y el gobierno reunió evidencia contundente de que la compañía tenía una política de discriminación contra las personas negras, incluidas aquellas que prestaban servicio en el Ejército.
Para probar esta discriminación, enviaron a algunas personas negras como sujetos de prueba a los edificios de Trump a preguntar por espacios libres y poco después enviaban a sujetos de prueba blancos. En más de una ocasión, a las personas negras les decían que no había disponibilidad mientras que a los sujetos de prueba blancos les mostraban apartamentos para renta inmediata.

Un exsuperintendente de los edificios Trump explicó que había recibido la instrucción de marcar cualquier solicitud de una persona negra con la letra C (“de color”), aparentemente, para que la oficina supiera que debía ser rechazada. Un agente inmobiliario de los Trump declaró que ellos querían rentar únicamente a “judíos y ejecutivos” y desalentaban las oportunidades de renta para personas negras.
Donald Trump luchó intensamente en contra de la demanda de derechos civiles en los tribunales y en los medios de comunicación, pero finalmente los Trump llegaron a un acuerdo que fue considerado como una victoria para el gobierno. Tres años más tarde, las autoridades los volvieron a demandar por seguir discriminando.
Para ser justos, estas demandas son muy viejas y las políticas discriminatorias probablemente no seguían un directriz de Donald Trump, sino de su padre. Al parecer, Fred Trump fue arrestado en una reunión del Ku Klux Klan en 1927; Woody Guthrie, quien vivía en una propiedad de los Trump en la década de 1950, arremetió contra Fred Trump en unos documentos encontrados recientemente por provocar odio racial.
Y aunque las políticas discriminatorias de su empresa pueden haber sido una herencia, Trump se unió por cuenta propia a la batalla de las viviendas de 1970 en contra del movimiento de derechos civiles.
Otro momento revelador se presentó en 1989, cuando la ciudad de Nueva York estaba convulsionada con el caso de la “corredora de Central Park”, la violación y golpiza a una joven blanca mientras trotaba en el emblemático parque. Cinco adolescentes negros y latinos fueron arrestados.
Trump se involucró, denunció el llamado a la calma del alcalde Ed Koch y compró anuncios de página completa en algunos periódicos en los que exigía la pena de muerte. Los cinco adolescentes pasaron años en prisión antes de ser exonerados. En retrospectiva, sufrieron una versión moderna de linchamiento, y Trump jugó un papel importante en la incitación de la multitud.
Cuando Trump incursionó en el negocio de los casinos, la discriminación siguió. Según Kip Brown, un extrabajador de un casino Trump citado por The New Yorker, en los años ochenta: “Cuando Donald e Ivana venían al casino, los jefes ordenaban que toda la gente negra se saliera del piso… Nos ponían a todos en la parte de atrás”.
En 1991, un libro escrito por John O’Donnell, antiguo presidente de Plaza Hotel and Casino Trump en Atlantic City, describió cómo Trump criticaba a un contador negro, y lo citó: “¡Negros contando mi dinero! Me molesta. El único tipo de personas que quiero que cuenten mi dinero son pequeños hombres que usen kipás todos los días… Creo que ese hombre es un flojo. Y probablemente no tiene la culpa, porque los negros ya traen la pereza en ellos. De verdad lo creo. No es algo que puedan controlar”. O’Donnell relató que durante meses después de eso, Trump lo presionó para despedir al contador negro hasta que el hombre renunció por su cuenta.
Después, Trump negó haber hecho esos comentarios. Sin embargo, en una entrevista con Playboy en 1997, aceptó que “las cosas que O’Donnell escribió sobre mí probablemente son ciertas”.
Los episodios recientes pueden ser más conocidos: la afirmación de que el presidente Obama había nacido en Kenia; las insinuaciones de que Obama había sido admitido en las universidades de la Ivy League solo por discriminación positiva; las declaraciones en las que se refirió a inmigrantes mexicanos como “en muchos casos, criminales, narcotraficantes, violadores”; los llamados a que se prohíba temporalmente la entrada de musulmanes a Estados Unidos; su rechazo a un juez estadounidense de ascendencia mexicana al decir que era un mexicano que no podía escuchar su caso con justicia; su negativa a distanciarse del Ku Klux Klan durante una entrevista de televisión; el retuit de una gráfica que sugería que el 81 por ciento de los responsables de los asesinatos de víctimas blancas eran personas negras (la cifra real es 15 por ciento), y otras tantas.
Trump también ha retuiteado mensajes de racistas blancos o simpatizantes nazis, entre ellos dos de una cuenta llamada @WhiteGenocideTM con una foto del fundador del Partido Nazi de Estados Unidos.
Continuamente y con vehemencia, Trump niega cualquier tipo de racismo y ha borrado algunos tuits ofensivos. The Daily Stormer, un sitio web racista neonazi que respalda a Trump, ve esto como una total complicidad de camaradas.
(Actualización: Después de que esta columna fuera publicada, la campaña de Trump me escribió un correo electrónico con la siguiente declaración: “Donald Trump tiene un largo historial de inclusión y en numerosas ocasiones ha reprochado públicamente a los grupos que buscan discriminar a otros. Sugerir otra cosa es una completa fabricación de la verdad”).
Mi opinión es que “racista” puede ser una palabra muy cargada, un obstáculo para el debate más que un adjetivo que aclara, así que deberíamos tener cuidado de no usarla simplemente como un epíteto. Además, los musulmanes y latinos pueden ser de cualquier raza, así que algunas de estas declaraciones técnicamente no reflejan racismo, sino intolerancia. También es verdad que es posible que Trump diga algo inapropiado o sea malinterpretado.
Y aun así.
Aquí tenemos a un hombre que durante más de cuatro décadas ha sido asociado repetidamente con la discriminación racial y con comentarios intolerantes sobre las minorías, algunos de ellos en televisión, así que todos lo han podido ver. Aunque cada uno de estos incidentes puede ser ambiguo, lo que sale a flote durante más de cuatro décadas es un arco narrativo, un patrón consistente, y no veo otra manera de llamarlo sino racismo.


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