2 jun 2013

Arnoldo...Anticipó los riesgos/JENARO VILLAMIL


Anticipó los riesgos/JENARO VILLAMIL
Revista Proceso #1909, 2 de junio de 2013;
Un repaso a la trayectoria del dirigente comunista Arnoldo Martínez Verdugo, fallecido el 24 de mayo, implica recordar su papel unificador de los grupos de izquierda independiente, en lo que constituyó un arduo proceso de consolidación que con los años llevó a esa tendencia política a participar en el poder. Sin embargo, las confrontaciones del histórico líder con los membretes socialistas prohijados por el poder del PRI sólo cambió de forma: dio pie a la lucha intestina que parece estar acabando con el PRD.
Una de las primeras decisiones adoptadas por Jesús Ortega Martínez cuando llegó a la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en noviembre de 2008, fue cortar la pensión para los consejeros eméritos del partido. Una de esas pensiones era para Arnoldo Martínez Verdugo, quien fuera secretario general del Partido Comunista Mexicano (PCM), candidato presidencial en 1982 por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y uno de los personajes claves en la fundación del partido que ahora dirige la corriente política conocida como Los Chuchos.

 Martínez Verdugo, entonces de 84 años, no tenía otro ingreso. Vivía modestamente en la delegación Tlalpan. Relegado por sus excompañeros del PCM dentro del PRD, ahora recibía un golpe de su viejo adversario Jesús Ortega, a quien alguna vez él consideró uno de los “socialistas del presidente”, aludiendo al carácter paraestatal del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en la década de los ochenta.
 La pensión a Martínez Verdugo se restableció unos meses antes de su fallecimiento, cuando Jesús Zambrano, integrante también de la corriente Nueva Izquierda, llegó a la presidencia nacional del PRD. A petición del senador Alejandro Encinas, la dirección perredista trató de enmendar ese error.
 “Le retiraron su apoyo mensual. Me parecía una canallada porque si alguien fue el verdadero impulsor del PRD fue el propio Martínez Verdugo”, rememoró Alejandro Encinas, contendiente de Jesús Ortega en las polémicas  elecciones internas de 2008, señaladas de fraudulentas.
 La eliminación de la pensión a Martínez Verdugo y a otros consejeros eméritos no sólo fue una demostración de menosprecio personal. También minimizó el papel del excandidato presidencial de 1982 en la fundación del PRD, ya que sin la venia del histórico dirigente el Partido Mexicano Socialista (PMS) no hubiera cedido su registro a la entonces nueva organización, que provenía del PCM.
 Porfirio Muñoz Ledo, impulsor de la Corriente Democrática del PRI y expresidente nacional del PRD, confirma a Proceso que Martínez Verdugo jugó un papel fundamental para que el naciente PRD heredara en 1989 el registro legal del PCM, el mismo que dio origen al PSUM en 1981 y al PMS en 1987.
 En casa del entonces secretario general del PMS, Gilberto Rincón Gallardo, se reunieron varios integrantes de la dirección, incluyendo a Jorge Alcocer, Heberto Castillo y el propio Martínez Verdugo. Rincón Gallardo propuso la idea de cederle el registro del PMS y varios de los presentes miraron a Martínez Verdugo, considerado en ese entonces como el principal líder sobreviviente del comunismo mexicano, y él apoyó la iniciativa.
 Muñoz Ledo recuerda también que el veterano comunista sugirió que el nombre del nuevo partido fuera “de la revolución democrática” porque “era un concepto que ellos ya traían desde la fundación del PSUM”.
 Él, dice Muñoz Ledo, “ya había avizorado una eventual fractura del sistema político hegemónico que podría conducir al surgimiento de una corriente democrática y tal vez a su desprendimiento, desde antes de 1988”.
 De hecho, el primer representante del incipiente PRD ante el Instituto Federal Electoral (IFE) fue Martínez Verdugo, en 1989. Su suplente, un político que promovió la ruptura del PST y se había acercado al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, era Jesús Ortega Martínez, quien al poco tiempo se quedó con la representación en el IFE.
 Contra el fraude
 El desencuentro entre Martínez Verdugo, secretario general del Partido Comunista Mexicano de 1963 hasta 1981, y la corriente ahora conocida como Los Chuchos, está entre los orígenes de las tensiones actuales del PRD.
 Representaban dos caras de la izquierda partidista: el PCM y otros grupos constituían a la corriente independiente del poder político, del PRI, mientras que el PST, el PARM y el PPS eran considerados una “izquierda paraestatal”, creada al final del sexenio de Luis Echeverría y que obtuvo el registro también en 1979, tras la reforma política impulsada por Jesús Reyes Heroles.
 El duro choque se dio a raíz del fraude electoral de 1986 en Chihuahua. El PST y su dirigente histórico, Rafael Aguilar Talamantes, defendieron la tesis del “fraude patriótico”, esgrimida por el PRI para justificar la derrota de los “conservadores” del Partido Acción Nacional (PAN). Desde la tribuna de San Lázaro, Martínez Verdugo criticó a esos integrantes del PST como “los socialistas del presidente”. Entre ellos estaban Graco Ramírez y Jesús Ortega.
 Desde su puesto de secretario general del PCM e impulsor de la unidad de los grupos de izquierda independiente, Martínez Verdugo fue un interlocutor fundamental y directo de Jesús Reyes Heroles, el secretario de Gobernación del sexenio de José López Portillo, en esa primera reforma política que dio origen a la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE). Esta reforma es considerada por distintos especialistas como “el parteaguas” que permitió la apertura electoral del viejo régimen priista y aceleró la creación de nuevos partidos políticos.
 La reforma política aceleró la creación del PSUM en 1981. El año siguiente Martínez Verdugo fue el candidato presidencial del naciente partido y le reconocieron poco más de 820 mil votos (el 3.48%).
 Para las elecciones legislativas de 1985, el PSUM obtuvo 12 diputados federales coordinados por Martínez Verdugo, frente a igual número del PST, encabezados por Aguilar Talamantes. Los otros partidos considerados “paraestatales” tenían una bancada significativa: el Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), 11 legisladores cada uno, mientras que el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el PMS, los dos nuevos partidos independientes de izquierda, tenían seis cada uno.
 La bancada de Martínez Verdugo estaba integrada por Demetrio Vallejo, histórico líder de los ferrocarrileros que se había separado de Heberto Castillo en el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), Ramón Danzós Palomino, Leopoldo de Gyves, Arturo Whaley, Jorge Alcocer, Eduardo Montes, Gerardo Unzueta, Rodolfo Sánchez Rebolledo, Pablo Pascual y Eraclio Zepeda.
 La primera prueba de unidad para el bloque de legisladores de izquierda independiente fueron las elecciones estatales de Chihuahua en 1986. Por primera vez se aliaron los diputados del PSUM, PMT y el PRT con los panistas, que tenían 38 diputados federales. Para protestar contra el fraude integraron el Movimiento Nacional Democrático, donde participaron Pablo Emilio Madero, del PAN, Arnoldo Martínez Verdugo, del PSUM, Heberto Castillo, del PMT, Luis Sánchez Aguilar, del PSD, y la excandidata presidencial del PRT y dirigente de las madres de los desaparecidos, Rosario Ibarra de Piedra.
 El Movimiento Nacional Democrático acordó convocar a un foro nacional de protesta contra el fraude en agosto de 1986, y sostuvieron encuentros en Ciudad Juárez con los panistas de Chihuahua que encabezaron una huelga de hambre: Luis H. Álvarez, Francisco Villarreal y Víctor Manuel Oropeza (Proceso 511).
 Durante una de sus intervenciones en tribuna, Martínez Verdugo justificó la alianza contra el fraude:
 “Tengo la convicción de que esta convergencia es algo que debemos desarrollar con la máxima amplitud, en defensa del voto, contra el fraude electoral, contra un sistema electoral que ofende la dignidad del pueblo. En torno de esta tarea, esta coincidencia es de aquellas que pueden impulsar realmente el cambio que nuestro país necesita.”
 Sentenció: “Vivimos una democracia fraudulenta, falsa”, y propuso que frente a la política del fraude electoral el movimiento propusiera “una solución social. Un pacto social nuevo, en el terreno más elemental de la democracia: el respeto al voto”.
Hacia el PRD
El fraude de 1986 en Chihuahua y la proximidad de la elección presidencial de 1988 aceleraron la creación de un nuevo partido de la izquierda independiente. Martínez Verdugo desde el PSUM y Heberto Castillo en el PMT, impulsaron junto con otros grupos que quedaron al margen del proceso unificador de 1981 la fundación del PMS en 1987.
A él se sumaron también el Movimiento Revolucionario Popular (MRP), el Partido Patriótico Revolucionario (PPR), la Unidad de Izquierda Comunista (UIC) y una fracción del PST que se separó de Aguilar Talamantes.
Jesús Ortega justificó así su separación de Aguilar Talamantes y su integración al naciente PMS: “Hay que recordar que nosotros rompimos con él cuando nos dimos cuenta que estaba en una actitud oportunista y al servicio de intereses que no eran del partido, y partimos a la mitad al PST para formar el PMS. Eso fue importante”.
El PMS tuvo una vida breve. Tras una intensa elección interna, Heberto Castillo ganó la candidatura presidencial de 1988, pero ya la escisión de la Corriente Democratizadora del PRI y la fundación del Frente Democrático Nacional (FDN) en torno a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, obligó a la nueva organización de izquierda a tomar una definición.
Martínez Verdugo y otros dirigentes históricos influyeron para convencer a Heberto Castillo de declinar a favor de Cárdenas. El PMS fue el último partido en sumarse a esta candidatura y el primero en impulsar la fundación del PRD.
En septiembre de 1988, recién confirmado el fraude electoral contra Cárdenas, Martínez Verdugo señaló: “El PRI se aprovechó de nuestra dispersión” (Proceso 620). El FDN “es una creación muy importante, pero ya no responde a las exigencias del movimiento contra la consumación del fraude y la democratización del país”, declaró, y propuso la creación de un nuevo partido; de lo contrario, dijo, sería muy difícil establecer candidaturas comunes.
 Un cuarto de siglo después y durante el festejo de su cumpleaños 88 de Martínez Verdugo, la revista Zurda, dirigida por Alejandro Encinas, le dedicó un número especial en donde el senador adelantó algunas de las reflexiones surgidas a raíz de su fallecimiento, el 24 de mayo pasado:
 “El último dirigente del Partido Comunista Mexicano asumió que era indispensable dialogar con las demás fuerzas políticas, pero inalterablemente asumiendo una postura sólida y digna, donde los principios y la autonomía no están a negociación.
 En tiempos en los que se pretende reinstaurar la premisa de que todo lo que no gire en la órbita presidencial es subversivo, la izquierda enfrenta el dilema de cómo relacionarse con el régimen, evitando el fantasma de la división que la persigue como una maldición.”

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