17 nov 2005

Corrupción policiaca

Funcionarios guatemaltecos antidrogas fueron encausados esta semana en Washington DC bajo acusaciones de haber importado y distribuido cocaína.

Los exfuncionarios fueron detenido el martes 15 poco después de entrar en EE UU; fueron acusados por un jurado investigador federal, tras una investigación de cuatro meses de la DEA y el gobierno de Guatemala.
Los cargos conspiración por el ingreso de dos mil kilogramos de cocaína.

"Más que corromper la confianza pública, estos agentes de la policía guatemalteca han sido caballos de Troya para la misma adicción y devastación que deberían haber evitado'', dijo la administradora de la DEA Karen Tandy.
En tanto, el ministro de Gobernación guatemalteco Carlos Vielman dijo en rueda de prensa que este ''es un golpe contundente a la infiltración del crimen organizado en las estructuras del estado guatemalteco''.
Los tres exservidores públicos fueron detenidos en Virginia, EE UU -donde se ubica la sede de la DEA- a donde asistieron supuestamente a recibir un curso de capacitación antinarcóticos. Este hecho fue aprovechado por las autoridades estadounidenses para girar la orden de aprehensión e iniciarles un proceso en ese país.
Las autoridades les tendieron una trampa.
El plan consistió en solicitar a los tres jefes antinarcóticos que facilitaran el paso de dos mil kilogramos de cocaína a EE.UU., a lo cual accedieron a cambio de un pago. Y claro el cargamento era ficticio.
La captura es el fruto de una investigación conjunta entre el Ministerio de Gobernación de Guatemala y el DEA; se inició en junio de este año. “Dejamos que siguieran trabajando y cubriendo sus actividades, para que no sospecharan”, dijo Carlos Vielmann, ministro de Gobernación.

Autoridades guatemaltecas aseguran que Castillo y sus cómplices facilitaron el ingreso de grandes cantidades de droga en EE.UU. y colaboraron con los carteles latinoamericanos -mexicanos y colombianos-.
Pero ellos no serían los únicos funcionarios implicados en esta red criminal, según las autoridades. “Hay nombres de personas de otras instituciones, que podrían salir a luz en esta investigación”, afirmó Vielmann.
Según la prensa guatemalteca que "Fuentes no oficiales indicaron que algunos militares (¿Kaibiles?) estarían en la lista de posibles colaboradores de los carteles."

Fredyn Fernández, jefe de la Fiscalía contra la Narcoactividad, explicó que desconocía de las investigaciones sobre Castillo, pero detalló que después de la incautación de los 350 kilos de droga en Izabal vieron algunas acciones “raras” de parte del ex jefe del Saia.
“Cuando dijo que los responsables del traslado de la droga eran miembros de la familia Mendoza, le requerimos un informe, pero después de un mes dijo que era información clasificada”, detalló Fernández.
Según sospechan los investigadores en la incautación de droga que se llevó a cabo en Ocós, San Marcos, el pasado lunes, Castillo y sus cómplices se quedaron con mil 800 kilos de cocaína. En ese momento sólo reportaron 200 kilos, y ninguna detención.
De inmediato se inició una investigación y al efectuar un allanamiento y revisión en la oficina que ocupaba el jefe antinarcóticos se encontraron 16 kilogramos de cocaína y 23 mil dólares en efectivo.
Por otro lado, trascendió en Guatemala que debido al “buen resultado” que han obtenido en el trabajo conjunto en la lucha antidrogas, se pedirán ampliación del Plan Maya Jaguar a tres años; dicho proyecto permite a EE UU combatir el narcotráfico en Guatemala.
El plan consiste en que pueden ingresar aeronaves de EE.UU. en territorio guatemalteco, en coordinación con autoridades locales para combatir el narcotráfico.
El presidente Berger dijo que la solicitud está en el Congreso y que espera que pronto sea aprobado.

El editorial de la Prensa es elocuente.
La Prensa, 17 de noviembre de 2005
EDITORIAL: Duro golpe a la moral del país
Aunque los guatemaltecos ya cada vez tenemos menos razones para sentir estupor, sí lo provoca la noticia de que los tres principales responsables en Guatemala de la lucha contra el narcotráfico fueron capturados en Virginia, EE.UU., acusados de conspirar para introducir droga en ese país, cuyas autoridades los invitaron a un curso sobre lucha contra el narcotráfico, y ya dentro del territorio estadounidense, los apresaron.
En pocas palabras, significa que Adán Castillo, Jorge Aguilar y Rubilio Palacios tenían seis meses de aprovechar su puesto para realizar las actividades ilícitas que supuestamente estaban encargados de combatir.
Uno de los riesgos de las personas que se dedican a luchar contra el narcotráfico es, precisamente, que la cercanía con los criminales y las enormes posibilidades de soborno que tienen provoquen una traición, como la que ahora fue hecha pública tanto por las autoridades guatemaltecas como por las estadounidenses.
Lo ocurrido pone de manifiesto hasta dónde ha penetrado el poder y la influencia de los narcotraficantes en Guatemala, que se ha convertido en uno de los puentes más seguros para el trasiego de drogas que tienen como destino el casi insaciable mercado estadounidense.
Ciertamente, la colaboración de las autoridades de los dos países ha sido factor fundamental para decomiso de drogas, como el de un barco venezolano que traía un cargamento de casi mil kilos de coca, valuados en Q99 millones.
El poder del narcotráfico cuenta a su favor con el serio problema del descenso de la moralidad en las actuaciones de quienes trabajan para el Estado, en cualquiera de sus ramas, y que se manifiesta en la corrupción, el amiguismo, el compadrazgo y también en la certeza de la impunidad ante los delitos, con hechos como la fuga masiva de algunos de los reos más peligrosos del país. Ante esto, se vuelve casi imposible resistir a la constante tentación de la oferta de los traficantes.
Al narcotráfico se le debe combatir con recursos, armamento adecuado, sistemas de primer orden de inteligencia, colaboración entre las autoridades de los países afectados, pero especialmente con la presencia de personas de muy sólidos principios morales.
Si ello no ocurre, la lucha está perdida. No se trata de colocarse en una posición de moralina a ultranza, sino de admitir con claridad que una sociedad sin valores es el campo propicio para que ocurran hechos como el comentado.
Los cálculos oficiales indican que al año se queda en el territorio nacional el 10 por ciento de las 150 toneladas de droga que pasan, lo cual significa que Guatemala se está convirtiendo rápidamente en un país consumidor, no sólo un paraíso para el trasiego.
La gravedad de este hecho obliga a pensar en la necesidad de efectuar esta lucha antidrogas en conjunto con otros países, en especial EE.UU. Mientras eso no se haga, las influencia de los narcotraficantes se convertirá cada vez más en golpes a la moral nacional, cuyos efectos negativos alcanzan a toda la sociedad.